Bienvenidos | ... pasen y lean |
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viernes, octubre 21, 2005 [...] El señor Eustaquio suspiró y se apoyó contra el respaldo de la silla. "Estamos en el mundo por tan poco tiempo", dijo como si se hablara a sí mismo, y por este motivo yo no contesté y también para no contradecirlo, porque mi intención no era quedarme poco tiempo en el mundo sino hasta que me echaran a patadas. Me miró de frente y asentí varias veces con la cabeza para que se conformara, aunque me di cuenta de que no me veía, tenía esa costumbre el señor Eustaquio y me inquietaba bastante. Miraba a uno en la cara y pasaba de largo, como si la cabeza estuviera unos metros más atrás de la nuca. "Y entonces", siguió el señor Eustaquio y yo empecé a recular lentamente, con la dorada intención de ponerme en el punto justo donde centraba los ojos, "¿para qué llevarse mal con la gente? Son mis semejantes. Si no tuviera semejantes, ¿qué sería de mí? Un mundo sólo habitado por perros, por lluvia, por árboles. ¡Caca!, qué horror". Lo de la caca no me gustó nada, debo confesarlo, porque la frase me había entusiasmado y se me ocurrió que la terminaba cruelmente. [...] Fragmento de "Una felicidad con menos pena", de Griselda Gambaro.
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