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viernes, mayo 27, 2005 Había una vez tres chanchitos que vivían juntos, respetándose el uno al otro y en plena armonía con su medio ambiente. Utilizando materiales típicos de la zona, cada uno de ellos construyó su propia casa. Uno de los cerditos hizo una casa de paja; otro una de madera; y el tercero construyó una casa de ladrillos de estiércol y barro, cocidos por él mismo en un pequeño horno. Cuando los tres chanchitos terminaron su trabajo, se sintieron muy satisfechos con lo realizado y se dispusieron a vivir en paz y autodeterminación.Pero su idílica vida pronto se vio conmovida. Un día llegó un lobo grande y malvado con ideas expansionistas. Vio a los cerditos y su hambre aumentó, tanto en sentido fisiológico como ideológico. Cuando los cerditos vieron al lobo, corrieron hacia la casa de paja. El lobo corrió hasta la casa y golpeó con fuerza la puerta, mientras gritaba: "¡Cerditos, cerditos, déjenme pasar!". Los cerditos le respondieron: "Tus tácticas coercitivas no inspiran temor alguno en cerdos que defienden sus hogares y su cultura". Pero el lobo no iba a aceptar que se le negara aquello que consideraba su destino manifesto, de modo que sopló y resopló hasta derribar la casita de paja. Los cerditos, asustados, corrieron hacia la casa de madera, mientras el lobo los seguía de cerca. Otros lobos compraron las tierras donde había estado la casa de paja e iniciaron una plantación de bananas. Frente a la casa de madera, el lobo volvió a golpear con fuerza la puerta, mientras giritaba: "¡Cerditos, cerditos, déjenme pasar!". Los cerditos le respondieron:"¡Vete al infierno, maldito opresor carnívoro e imperialista!". Ante esto, el lobo sonrió entre dientes, con gesto condescendiente, mientras pensaba para sus adentros: "Sus actitudes son tan infantiles...Será una pena que se vayan, pero no se puede detener el progreso". Y entonces el lobo sopló y resopló hasta que derribó la casa de madera. Los cerditos corrieron hacia la casa de ladrillos, con el lobo pisándoles los talones. En el sitio donde había estado la casa de madera, otros lobos construyeron un complejo de tiempo compartido para lobos en vacaciones, en el que cada unidad era una reconstrucción en fibra de vidrio de la casa de madera; había también negocios de venta de curiosidades nativas, actividades de buceo y espectáculos con delfines. Frente a la casa de ladrillos, el lobo volvió a golpear la puerta con fuerza, mientras repetía: "¡Cerditos, cerditos, déjenme pasar!". Esta vez, en respuesta, los cerditos entonaron canciones de solidaridad y enviaron cartas de protesta a las Naciones Unidas. Para ese momento, el lobo ya estaba empezando a enojarse ante la negativa de los cerditos a analizar la situación desde el punto de vista carnívoro. Por lo tanto, sopló y resopló, sopló y resopló, y finalmente se tomó el pecho y cayó muerto por un ataque al corazón causado por ingerir alimentos con alto nivel de colesterol. Los tres cerditos se sintieron felices al ver al que la justicia había triunfado, y bailaron en torno al cadáver del lobo. El siguiente paso fue la liberación de sus tierras. Reunieron una banda de cerdos que también había sido obligados a abandonar sus tierras, y esta nueva brigada de "porcinistas" atacó el complejo vacacional con ametralladoras y lanza-misiles y masacró a los crueles y opresores lobos, enviando así una clara señal al resto del hemisferio de que nadie debía interferir en sus asuntos internos. Finalmente, los cerditos establecieron una democracia socialista modelo, con vivienda, educación y salud al alcance de todos. Nota Importante: El lobo de esta historia es, en realidad, una construcción metafórica. Ningún lobo real fue lastimado durante la escritura del relato. "The Three little Pigs", de James Finn Garner, "Politically Correct Bedtime Stories", Macmillan, 1994 Traducción: Miguel Wald |